Probablemente para distintas personalidades existan caminos distintos
que nos lleven a nuestro Ser, sin embargo sea por el camino que sea al final siempre esta el Conocimiento de uno mismo. Este
Conocimiento no tiene nada que ver con un compendio de información, ni
con haber leído muchos libros de autoayuda. Hay quien llama a esto honestidad con uno mismo. La honestidad tienen que ver con Ser lo que uno Es. En sánscrito para referirse a la Verdad, se utiliza la palabra Satya que procede de la raíz sat, que significa Ser. De modo que lo verdadero es aquello que Es.
Bien, si la liberación tienen que ver con el Conocimiento es porque
el sufrimiento, el repetir una y otra vez los mismos patrones, el
renacer una y otra vez bajo distintas formas, se basa en un conocimiento
erróneo, en una confusión que se ha convenido en traducir como Ignorancia.
La Ignorancia que nos ata al sufrimiento es aquella por la cual confundimos lo que Somos, más allá de toda apariencia, con lo que aparentamos.
Sería algo así como si un actor llegase a un punto en la interpretación
en la que olvidase que está actuando y creyese definitivamente ser ese
personaje que representaba en la obra. Algo parecido nos ocurre a
nosotros. El Ser nos lleva a la vida (cada escuela explica esto a su
manera) y a través de la forma que hemos tomado olvidamos ese Ser y
vivimos identificados solamente con nuestro nombre y forma,
identificados con todos los atributos que somos y con lo que poseemos, y
relegamos al olvido nuestro Ser esencial, que es uno y el mismo en
todos los seres.
Bajo ese velo de ignorancia, me confundo creyendo que sólo soy mi
cuerpo y mi mente-emociones y me relaciono con los demás percibiéndolos
sólo como un cuerpo con su mente-emociones. Es un conocimiento confuso
porque sólo percibo lo perecedero en mí y en el otro y no alcanzo a ver
la Luz, el Ser que nos da vida a ambos.
Si varias escuelas filosóficas ven en el Conocimiento la única forma
de liberarse definitivamente de las cadenas del sufrimiento y la
reencarnación es porque consideran que el sufrimiento viene causado por
nuestra identificación con lo perecedero y sólo se puede romper esta
cadena comprendiendo que lo perecedero es sólo un nombre y una forma y
estableciéndonos en lo que somos en esencia: lo Imperecedero, Eterno,
siempre Libre, siempre Dichoso.
Este Conocimiento no consiste en ningún tipo de ejercicio intelectual sino que, como señalaba más arriba, tiene que ver con una indagación honesta. Y la indagación, o la mirada abierta, se puede dar en cualquiera de los caminos que recorremos.
Tal vez la devoción, tal vez el cuidar de los demás, tal vez el hacer
mis tareas sin expectativas acerca de los resultados, tal vez
dedicándome a la vida contemplativa… Haga lo que haga, me lleve la vida
por el camino que me lleve, puedo mantener esa mirada atenta: ¿quién
soy? ¿quién actúa? ¿quién ofrece qué a quién? El Conocimiento es
liberador sólo en tanto que des-cubre y manifiesta lo que en realidad
siempre Soy, más allá de las formas que tome.
Conocerse a uno mismo es penetrar en el espacio del Corazón, que
contiene todo el universo, y esto no es una metáfora o una imagen bonita
sino un mensaje de que lo que es “fuera” es también “dentro”, y viceversa: lo que es sostiene
todas las múltiples formas: “Tan vasto como el espacio alrededor
nuestro es el espacio en el corazón y en él están contenidos ambos la
tierra y el cielo, el fuego y el viento, el sol y la luna, los rayos y
las estrellas. Lo que pertenece al espacio alrededor nuestro y lo que no
le pertenece, todo está contenido en él.” (Chāndogya Upaniṣad, 8.1.3)
Si esto es así, cabe la posibilidad de que adentrándome en lo que hay en mi corazón pueda adentrarme en el universo entero,
que siendo lo que Soy pueda Ser lo que el universo Es. Si mi
sufrimiento viene causado por creer que soy algo que no soy, entonces tendré que des-cubrir lo que en verdad Soy y simplemente Ser.
texto extraido de yogaenred.